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lunes, 2 de diciembre de 2024

¿Cómo servir a Dios? | Josué 24:19-24

 


En el pasaje de Josué 24:19-24 encontramos una enseñanza crucial sobre el servicio a Dios. Josué, el sucesor de Moisés, está al final de su vida y se dirige al pueblo de Israel en un momento de gran importancia. Moisés y Elías son dos figuras fundamentales en la historia del pueblo judío, y Josué, como líder justo, continúa esa tradición, enfrentando el desafío de guiar al pueblo hacia la tierra prometida y de llamarlos al compromiso con el Señor.


"19 Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. 20 Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. 21 El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. 22 Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. 23 Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. 24 Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. 25 Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios."

El texto destaca una palabra clave: "servir", que aparece repetidamente. En el idioma original, el hebreo, el término usado implica un servicio exclusivo y devoto a Dios. Esto nos lleva a reflexionar sobre lo que significa verdaderamente servir a Dios y cómo hacerlo correctamente.

Servir a Dios: un acto de amor y devoción

Josué recalca que el servicio a Dios no debe ser superficial ni motivado por recompensas humanas. El servicio verdadero es una respuesta al amor de Dios por nosotros. No se trata solo de cumplir funciones en la iglesia o demostrar espiritualidad frente a otros, sino de vivir una vida completamente entregada al Señor en todos los aspectos.

Jesucristo es nuestro mayor ejemplo. En Marcos 10:45, se nos dice que Él no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Nuestro servicio debe estar inspirado en este modelo, que no busca reconocimiento humano, sino agradar al Padre celestial.

El desafío de la idolatría

Josué llama al pueblo a deshacerse de los ídolos y a inclinar su corazón a Dios. Aunque el pueblo de Israel se jactaba de no ser idolatra, la realidad mostraba que su corazón seguía apegado a dioses ajenos. De manera similar, hoy enfrentamos la tentación de levantar ídolos en nuestras vidas: nuestros logros, posesiones, relaciones, o incluso nuestras propias ideas y tradiciones.

Jesús nos desafía claramente en Lucas 14:26: "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo". Estas palabras nos recuerdan que Dios exige un amor y una devoción exclusivos.

Confesar y obedecer

El primer paso para servir a Dios es confesar que Él es Señor de nuestras vidas. Esto no es solo una declaración verbal, sino un compromiso genuino de reconocer su autoridad y rendirnos completamente a Él. Josué pone esto en términos contundentes: "Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Jehová para servirle" (Josué 24:22).

La obediencia también es fundamental. Desde la caída del hombre, la desobediencia ha sido nuestro mayor obstáculo. Servir a Dios requiere una disposición constante a someternos a su voluntad, incluso cuando es difícil.

Servir sin reservas

Josué concluye su llamado diciendo: "Inclinad vuestros corazones a Jehová Dios de Israel" (Josué 24:23). Este mandato implica una entrega total. No podemos servir a Dios a medias; Él demanda todo nuestro ser. Nuestro servicio debe reflejar una vida que ha sido transformada por el evangelio, libre de idolatrías y enfocada en glorificar su nombre.

En nuestros días, servir a Dios es un desafío que requiere valentía, especialmente en un mundo lleno de distracciones e influencias contrarias a la fe. Sin embargo, como el pueblo respondió en el versículo 24, también nosotros debemos declarar: "A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos".

Este compromiso nos invita a reflexionar: ¿Estamos sirviendo a Dios como Él demanda, o hemos permitido que los ídolos, el egoísmo o la religiosidad superficial desvíen nuestra atención? Que nuestra vida sea un reflejo de nuestra confesión y servicio sincero al Señor, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien vino a servir y no a ser servido.

Reflexión final

El servicio a Dios no es solo una acción externa, sino una actitud del corazón. Debemos mirar a Jesús, quien es el ejemplo perfecto de servicio, y rendir nuestras vidas completamente a Él. Como Josué desafió al pueblo, hoy también somos llamados a confesar a Dios como nuestro Señor, a eliminar los ídolos de nuestro corazón y a obedecer Su voz en todo momento.

¿Estamos dispuestos a servir a Dios con todo nuestro ser, sin reservas y con un amor exclusivo hacia Él? Que podamos decir con convicción: "Yo y mi casa serviremos a Jehová".

martes, 26 de noviembre de 2024

Fidelidad en un Mundo Caído - Daniel 1:8-16


 El pasaje de Daniel 1:8-16 nos presenta una historia poderosa y profundamente relevante para quienes buscan vivir una vida fiel a Dios en un mundo lleno de tentaciones y desafíos espirituales. Este relato nos muestra a Daniel y sus amigos, jóvenes cautivos en Babilonia, enfrentándose a la presión de conformarse con las costumbres y prácticas de un reino pagano. Su ejemplo es una inspiración sobre cómo resistir la contaminación espiritual y vivir para la gloria de Dios.

"8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. 9 Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10 y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. 11 Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. 13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. 14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres."

1. La decisión de no contaminarse

El versículo 8 declara que “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía.” Esta decisión no era superficial. No era simplemente una cuestión de preferencias alimenticias o culturales. La comida del rey estaba probablemente dedicada a ídolos, lo que hacía que consumirla simbolizara una participación en la idolatría.

Daniel, al rechazar estos alimentos, no solo estaba protegiendo su cuerpo, sino también su espíritu. Este acto de fidelidad no fue fácil: los manjares del rey representaban lo mejor de lo mejor, pero Daniel eligió obedecer a Dios antes que complacer al hombre.

2. La fidelidad en un mundo caído

Vivimos en un mundo donde constantemente se nos ofrecen placeres, bienes y oportunidades que pueden alejarnos de nuestra fe. No todas estas cosas son malas en sí mismas, pero debemos discernir si nos conducen a honrar a Dios o si comprometen nuestra relación con Él.

Daniel y sus amigos nos recuerdan que nuestra vocación principal como hijos de Dios no es buscar las mismas cosas que el mundo busca, sino vivir para Su gloria. Esto requiere que rechacemos todo aquello que nos aleje de Él, aunque sea atractivo o culturalmente aceptable.

3. Confiar en la obra y la providencia de Dios

El versículo 9 nos dice que “Dios puso a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos.” Daniel no confiaba en su apariencia, inteligencia o habilidades para ganar el favor de quienes lo rodeaban. Su confianza estaba en Dios, quien obra en los corazones y las circunstancias.

Cuando Daniel propuso la prueba de comer solo legumbres y beber agua durante diez días, no fue un experimento basado en lógica humana, sino un acto de fe en la provisión divina. Al final del período, él y sus amigos estaban más saludables que los demás jóvenes que comían la comida del rey. Esto no fue un resultado mágico de la dieta, sino una muestra del cuidado providencial de Dios.

4. Vivir como un testimonio para el mundo

La fidelidad de Daniel y sus amigos fue una luz en medio de la oscuridad. Al rechazar la contaminación espiritual y vivir para la gloria de Dios, mostraron que hay una manera diferente y superior de vivir. No se trata de aislarnos del mundo, sino de ser agentes de cambio en él, reflejando el carácter de Dios en todo lo que hacemos.

Jesús nos llama a ser sal y luz en el mundo (Mateo 5:13-16). Esto implica vivir de manera que nuestras acciones, palabras y decisiones apunten a Dios. Como Daniel, debemos resistir la tentación de conformarnos con este siglo y en su lugar ser transformados por la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2).

Reflexión final

La historia de Daniel nos invita a evaluar nuestras vidas:

  • ¿Estamos viviendo con fidelidad en un mundo caído?
  • ¿Qué prácticas, actitudes o pensamientos necesitamos rechazar para no contaminarnos espiritualmente?
  • ¿Confiamos en que Dios cuidará de nosotros, incluso cuando las circunstancias parezcan adversas?

Que como Daniel, propongamos en nuestro corazón vivir para la gloria de Dios, confiando en Su obra y Su cuidado. En un mundo lleno de oscuridad, el ejemplo de fidelidad de Daniel nos anima a ser luz, mostrando al mundo que nuestro deleite y seguridad están en el Señor.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Caminando con Dios - Éxodo 33:12-15


 La historia de Éxodo 33 es un claro reflejo de la profundidad y exclusividad de la relación que Dios estableció con Moisés. Este pasaje nos sitúa en un momento crítico: el pueblo de Israel ha pecado al adorar al becerro de oro, y Dios había considerado no ir con ellos hacia la tierra prometida. Sin embargo, Moisés intercede con un fervor que nos enseña lo que significa verdaderamente caminar con Dios. La Escritura nos describe que "Jehová hablaba a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero" (Éxodo 33:11). Esta imagen nos invita a considerar cómo es nuestra comunión con Dios: ¿es íntima, constante, auténtica?


12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. 13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. 14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. 15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

- Éxodo 33:12-15

La Profundidad de una Relación Verdadera
Moisés no se conformaba con una relación superficial; su oración en el versículo 13 lo demuestra: “Te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca”. Este clamor por conocer más a Dios revela un corazón apasionado, consciente de que caminar con Él es el propósito supremo de la vida. Aquí vemos que caminar con Dios implica rendirnos y buscarle en todo momento, sin buscar atajos ni soluciones fáciles. La relación de Moisés con Dios es un modelo de una fe que no titubea, una confianza que no depende de circunstancias favorables, sino de la presencia de Dios mismo.

Este tipo de búsqueda es radicalmente diferente a las relaciones humanas, que pueden variar en intensidad y fidelidad. En cambio, el caminar con Dios es un camino de perseverancia y devoción, nutrido por Su fidelidad eterna y Su gracia. Moisés entendía que conocer a Dios y experimentar Su presencia es más valioso que cualquier bendición o logro humano.

¿Qué Significa Caminar con Dios?
Caminar con Dios trasciende las palabras y va más allá de las promesas ocasionales. Es una vida marcada por la obediencia y el deseo de estar bajo Su guía. Dios le dice a Moisés en el versículo 14: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Esta respuesta es profunda y transformadora, porque el descanso al que Dios se refiere no es solo un alivio temporal, sino una paz espiritual que solo puede provenir de una relación con Él. Este descanso nos sostiene en la incertidumbre y nos da la fuerza para enfrentar el día a día, sabiendo que Su presencia es nuestra seguridad.

La promesa de la presencia de Dios es el fundamento de la esperanza cristiana. No es simplemente que Dios está cerca cuando las cosas van bien; es que Él camina con nosotros, sosteniéndonos, incluso cuando la senda es incierta y los desafíos parecen abrumadores. Este caminar diario nos enseña a depender de Dios y a encontrar en Él nuestra satisfacción y propósito.

Una Reflexión para Tomar Acción
El compromiso de Moisés con Dios en el versículo 15 –“Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”– es un recordatorio de que nuestro deseo de caminar con Dios debe ser inquebrantable. Esta declaración refleja una vida totalmente entregada y dependiente de la dirección divina. No se trata de buscar a Dios solo cuando lo necesitamos, sino de vivir cada momento con la conciencia de que sin Él, todo esfuerzo es vano.

Jesucristo, el ejemplo máximo de comunión y dependencia del Padre, vivió y murió para que nosotros también pudiéramos tener esta cercanía con Dios. Su sacrificio nos abrió la puerta para caminar con Él, no de manera distante, sino en una relación profunda y transformadora. Como dice la Escritura: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:19).

Invitación a la Acción
Hermanos, examinemos nuestra vida y preguntemos: ¿estamos caminando con Dios de todo corazón, o nuestra relación con Él se ha vuelto rutinaria? No nos conformemos con una fe a medias, sino que, como Moisés, busquemos esa presencia que es nuestra guía y descanso. Oremos fervientemente para que nuestra vida sea un reflejo de nuestra total dependencia en Él y vivamos con la certeza de que en cada paso que demos, Su mano está con nosotros.

Que este mensaje nos impulse a caminar con Dios con un amor que no vacila, un compromiso que no retrocede y una fe que se mantiene firme, recordando siempre que cuando caminamos con Dios, nunca caminamos solos.

martes, 12 de noviembre de 2024

A Quien Temeremos - Lucas 12:4-7


 

A Quién Temeremos

Introducción: La Realidad de los Temores

El miedo es una constante en la experiencia humana. A lo largo de la historia, y en situaciones como el estallido social de octubre, hemos escuchado la frase: “Nos han robado tanto que también nos robaron el miedo”. Esta expresión refleja un momento en que las personas sentían que habían perdido el temor a las circunstancias extremas, como la presencia de fuerzas militares en las calles. Sin embargo, la verdad es que el miedo nunca desaparece por completo. La vida nos enfrenta a situaciones que despiertan nuevos temores, ya sean económicos, familiares o existenciales. El evangelio de Lucas 12 nos dice:

"4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5 Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed. 6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. 7 Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos."

El Miedo en Nuestra Vida Cotidiana

Todos enfrentamos miedos, ya sea al futuro incierto, a las dificultades económicas, a la enfermedad o a la seguridad de nuestros seres queridos. A medida que envejecemos, estos temores a menudo se multiplican y diversifican. Incluso los jóvenes experimentan miedo, desde la ansiedad por rendir en exámenes hasta la presión social. No es extraño que vivamos en una sociedad que parece estar definida por la inquietud y el temor.

Pero, ¿es anormal sentir miedo? La Biblia nos enseña que el miedo es parte de la experiencia humana desde el inicio. En Génesis, cuando Adán y Eva pecaron, su reacción fue esconderse por miedo: “Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” (Génesis 3:9-10, RVR1960). Este miedo inicial fue provocado por la culpa y la vergüenza del pecado, estableciendo un patrón que persiste hasta hoy.

Miedo Paralizante vs. Miedo Reverencial

El miedo puede ser una herramienta que nos alerta sobre peligros reales, pero también puede paralizarnos. En la parábola de los talentos, el siervo que escondió su talento justificó su inacción diciendo: “Señor, te conocía que eres hombre duro... tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra” (Mateo 25:24-25, RVR1960). Este tipo de miedo conduce a la pasividad y, en última instancia, al fracaso. Dios no desea que el temor nos paralice ni nos aleje de nuestro propósito.

Jesucristo enseñó a sus discípulos a redirigir sus temores. En Lucas 12:4-5, les dijo: “Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed” (RVR1960). Jesús no les estaba enseñando a vivir sin miedo en absoluto, sino a tener un miedo reverencial a Dios, quien tiene autoridad sobre la vida y la eternidad.

Temor a Dios: El Fundamento de la Sabiduría

El temor de Dios no debe confundirse con terror. Es un respeto profundo y una conciencia de Su poder, Su santidad y Su justicia. Proverbios 1:7 dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (RVR1960). Este temor nos lleva a reconocer quién es Dios y quiénes somos nosotros en relación con Él. Isaías 6:5 expresa este sentimiento de reverencia cuando el profeta dice: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (RVR1960).

Hoy en día, muchos han minimizado la idea del temor de Dios, transformándola en un simple respeto. Sin embargo, el temor a Dios es mucho más profundo. Es reconocer que estamos delante del único Ser que es perfectamente santo y soberano. Este temor no nos aleja de Dios; al contrario, nos acerca a Él con una actitud de humildad y sumisión.

Cómo Enfrentar Nuestros Temores

Vivir con un temor reverencial a Dios nos da la perspectiva adecuada para enfrentar los miedos terrenales. El apóstol Pablo, en Romanos 8:35-39, nos recuerda que nada puede separarnos del amor de Dios: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (RVR1960). Saber que Dios está de nuestro lado nos da la confianza para enfrentar cualquier cosa que la vida nos presente.

El cristiano no está llamado a una vida libre de pruebas o sufrimientos. De hecho, la fidelidad a Dios en muchas épocas ha significado enfrentar incluso la muerte. Para los primeros creyentes, ser fiel hasta la muerte no era solo un llamado poético; era una realidad que abrazaban: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10, RVR1960).

Conclusión: Vivir con Fe, No con Temor

El verdadero temor a Dios no solo nos enseña a vivir en santidad, sino que nos libera de los temores que nos rodean. Cuando entendemos quién es Dios y Su control absoluto sobre todas las cosas, podemos enfrentar el futuro con confianza. Como el salmista declaró: “En el día que temo, yo en ti confío” (Salmo 56:3, RVR1960).

Así que, hermanos, aprendamos a vivir con un temor reverencial a Dios, confiando en Su amor y Su poder. No permitamos que los miedos del mundo nos paralicen, sino que nos lleven a buscar más a Dios y a aferrarnos a Su promesa eterna de vida y salvación.

lunes, 11 de noviembre de 2024

El Poder de Su Palabra - Hebreos 4:12


El libro de Hebreos 4:12 nos recuerda la naturaleza única de las Escrituras: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Esta poderosa declaración no solo describe la profundidad de las Escrituras, sino también su impacto en quienes se acercan a ella con fe y reverencia.

"12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón."

La Biblia: Un Tesoro para Todos
Durante la época de la Reforma, uno de los grandes logros fue la recuperación de la Biblia para el pueblo común. Antes de ese movimiento, las Escrituras estaban reservadas en monasterios o solo en manos de algunos estudiosos en latín, un idioma inaccesible para la mayoría. Este acceso limitado hacía que la palabra de Dios pareciera distante, encerrada en un idioma y un formato que no todos comprendían. La Reforma Protestante, sin embargo, devolvió la Biblia al hogar y al corazón de los cristianos, permitiendo que cada creyente pudiera acercarse a Dios a través de Su palabra. Esta fue una revolución espiritual, pues ahora todos podían escuchar a Dios en su propio idioma y contexto.

Una Palabra Viva y Relevante
La Escritura no es un libro anacrónico ni obsoleto. Su mensaje es eterno, aplicable a toda época y a toda circunstancia de nuestra vida. A través de las páginas de la Biblia, Dios nos habla con una palabra que es “viva y eficaz”. No nos da respuestas literales sobre redes sociales o tecnología, pero sí principios eternos que guían cada aspecto de nuestra vida. Esta palabra viva no está sujeta a modas o tendencias; siempre es pertinente, ofreciendo respuestas claras y eternas a nuestros desafíos cotidianos.

La Transformación del Corazón
El autor de Hebreos usa la imagen de una espada de dos filos para describir el poder de la palabra de Dios. Esta espada, más afilada que cualquier otra, penetra en lo más profundo de nuestro ser, revelando y transformando nuestros corazones. La Biblia no es solo un libro de información o consejos; es una herramienta de transformación. Nos muestra tal y como somos, descubriendo nuestras intenciones y pensamientos más profundos. En esa revelación, nos invita a una conversión continua, alejándonos de nuestra antigua manera de vivir y moldeándonos para ser más como Cristo.

La Dependencia en Dios
Al estudiar y meditar en las Escrituras, comprendemos que Dios nos conoce íntimamente. Conocemos más a Dios, pero también nos conocemos mejor a nosotros mismos. Él discierne nuestros pensamientos y nuestras intenciones, revelando no solo nuestras necesidades materiales, sino también nuestras luchas espirituales y deseos más profundos. Al leer la Biblia, nos exponemos ante Dios, permitiendo que Él examine nuestro corazón y transforme nuestras vidas.

La Escritura como Norma y Guía
Reconocemos a las Escrituras como la norma suprema de nuestra fe y vida. La Biblia no solo es un libro inspirador; es la revelación de Dios mismo, un medio por el cual Su Espíritu obra en nuestros corazones. Cuando Calvino compara la Escritura con un padre que se inclina para hablarle a su hijo, nos recuerda que Dios se adapta a nuestra humanidad, comunicándose de forma clara y accesible. Así, la Biblia se convierte en nuestra luz en medio de la oscuridad, nuestra guía en medio de la confusión del mundo. Ella es suficiente y confiable para llevarnos al conocimiento de Dios y dirigirnos hacia una vida piadosa.

Profundiza en la Palabra de Dios
Como creyentes, debemos hacer de la Biblia nuestra fuente principal de verdad y consuelo. No la tratemos como un simple libro de referencia o un conjunto de normas, sino como la misma voz de Dios dirigiéndose a nosotros. Te invito a que hagas un compromiso hoy: busca la Escritura cada día, no solo para obtener conocimiento, sino para permitir que transforme tu vida y tu relación con Dios. Permite que Su palabra te forme, te corrija y te conduzca. Dios, a través de Su Espíritu, obra en nosotros para hacernos más parecidos a Cristo. Hoy, pongamos nuestra confianza en Su palabra viva y eficaz.


 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Cuando Nos Olvidamos de Dios - Deuteronomio 8:11-20


 En la vida cotidiana, es fácil caer en la creencia de que nuestros éxitos y fracasos dependen únicamente de nuestra propia fuerza. Nos esforzamos por alcanzar metas, y cuando enfrentamos desafíos, buscamos el consuelo de Dios. Sin embargo, cuando las cosas mejoran, nos olvidamos de Él. Esta tendencia no es nueva, y el libro de Deuteronomio (8:11-20) nos recuerda las consecuencias de apartarnos de Dios.


"11 Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12 no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14 y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 15 que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; 16 que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; 17 y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. 19 Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. 20 Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios."

La Tranquilidad y el Olvido
La historia muestra que, en tiempos de crisis, muchos buscan refugio en la fe. Después de tragedias, las iglesias se llenan, como ocurrió en EE. UU. tras el 11 de septiembre. Pero cuando la tranquilidad regresa, es común que la dependencia de Dios disminuya. En Deuteronomio, Dios advierte a Su pueblo del riesgo de olvidar Su provisión. Al obtener riquezas y estabilidad en la Tierra Prometida, el pueblo podría pensar que no necesita a Dios y enorgullecerse de sus propias habilidades.

Una Alerta Para Nuestro Tiempo
Nosotros, como cristianos, también enfrentamos este riesgo. En nuestra comodidad, podemos caer en la trampa de compararnos con el mundo y desear lo que él ofrece. Las riquezas materiales y el éxito no nos definen, y aunque Dios no prohíbe la prosperidad, sí advierte contra el orgullo que puede llevarnos a olvidar que Él es la fuente de todo bien.

Una Fe Que Depende De Dios
El peligro de adoptar una mentalidad de autosuficiencia es grande en un mundo que promueve el "yo puedo". Algunos incluso declaran "Yo decreto" o "Yo ordeno", minimizando a Dios. Pero Él es soberano, y no nos necesita para Su grandeza; en cambio, nosotros necesitamos reconocer Su mano en cada aspecto de nuestras vidas. Dios, en Su amor, nos ha sostenido, como sostuvo a Israel en el desierto. Ellos recibieron maná y agua en medio de la sequía, y sus ropas y calzado no se desgastaron, una clara señal de la constante provisión de Dios.

Recordemos Nuestra Dependencia de Dios
La verdadera libertad no se encuentra en la autosuficiencia sino en la dependencia de Dios. Si estamos de pie hoy, es gracias a Su misericordia. Si tenemos un techo, alimento, y paz, es porque Él cuida de nosotros. Esta realidad nos invita a la gratitud y a recordar siempre quién es Dios y lo que ha hecho en nuestras vidas.

El Peligro de Ser Como el Mundo
Al vivir en un mundo lleno de ídolos modernos, somos tentados a buscar la aprobación y la seguridad en las cosas materiales o en las ideas humanas. Pero la vida cristiana es un llamado a vivir en humildad, a depender de Dios y a darle la gloria. Servirle no requiere sacrificios humanos, sino una entrega humilde, una vida de gratitud y obediencia.

Para Reflexionar
Dios nos llama a no olvidarnos de quiénes somos y de dónde Él nos ha rescatado. Nuestra misión es vivir para Su gloria y recordar que, en Su gracia, Él nos ha comprado a precio de sangre. Que cada día sea una oportunidad para elegir depender de Dios, agradecidos de ser Sus hijos y deseosos de reflejar Su amor al mundo.

Conclusión
Cuando nos enfrentamos al riesgo de olvidarnos de Dios, recordemos Su fidelidad y provisión. Que nuestras vidas reflejen Su amor y la profunda gratitud de saber que todo lo que tenemos proviene de Él. Vivamos de tal manera que recordemos que hemos sido comprados por un precio, y que nuestra verdadera identidad está en Él.

Yo Estoy con Vosotros - Mateo 28:20

  La soledad y el vacío son sentimientos comunes en el ser humano. En ocasiones, aun aquellos que han creído en Cristo se encuentran luchand...