Cuando estoy con él, regreso a ser ese niño que nunca tuve tiempo de ser.
Cuando estoy con él no existen los límites, juntos tocamos lo inmenso, lo eterno.
En sus palabras, el universo se expande y los dinosaurios son reales.
Caminando en el parque o al ritmo de una canción, la vida parece nuestra,
como si el tiempo nos perteneciera y el mundo fuera tan solo un juego.
En su mirada descubro la fuerza que me empuja a seguir,
la esperanza que me recuerda que aún puedo ser mejor.
Porque al vivir para él, encuentro un propósito más alto:
enseñarle a amar lo que es bueno, a soñar sin temor,
a ser valiente en un mundo que a veces parece tan incierto.
*Texto mejorado con Chat GPT