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miércoles, 20 de noviembre de 2024

La Simiente Prometida de Abraham - John Macarthur

 


5.- La Simiente Prometida de Abraham

Desde el llamado de Abraham, vemos cómo Dios elige a un hombre común para establecer con él un pacto eterno que trasciende generaciones. Este pacto no se limita a las bendiciones terrenales, como la promesa de una tierra o una descendencia numerosa, sino que apunta al plan redentor que culmina en Cristo, la simiente prometida.

Dios le dice a Abraham que en él serán benditas todas las familias de la tierra. Esto es extraordinario: un pacto establecido con un hombre y su descendencia tiene implicaciones universales. Aquí se revela el corazón misionero de Dios, quien desde el principio buscó traer salvación a todas las naciones. La promesa a Abraham no solo es una invitación para recibir bendición, sino una proclamación de que Dios mismo haría posible esa bendición mediante la obra de Cristo.

El sacrificio de Isaac es otro momento clave. ¿Por qué Dios pediría algo tan extremo? Esta prueba no solo revela la fe obediente de Abraham, sino que nos apunta directamente a Cristo. Isaac llevaba la leña, como Cristo cargó la cruz, y aunque Isaac fue rescatado por el carnero, Jesús fue el Cordero que verdaderamente fue inmolado en nuestro lugar. Aquí vemos que el Dios que demanda justicia es el mismo que provee el sacrificio necesario.

Cuando leemos sobre la fe de Abraham en Hebreos, comprendemos que no se trataba simplemente de confianza en una promesa temporal, sino de la seguridad de que Dios podía hacer lo imposible. Abraham creyó que Dios podía incluso levantar a los muertos, lo cual nos conecta directamente con la resurrección de Cristo.

Hoy, esta enseñanza nos recuerda que, como Abraham, somos llamados a vivir por fe. En un mundo que exalta la autosuficiencia, la historia de Abraham nos invita a descansar en la promesa de un Dios que cumple su palabra. Nos llama a recordar que no somos bendecidos por nuestros méritos, sino por estar en Cristo, la simiente de Abraham, quien nos ha reconciliado con Dios.

Finalmente, esta narrativa nos impulsa a adorar. Al ver cómo Dios ha tejido la historia de la redención a través de siglos, cómo ha cumplido cada promesa y cómo ha provisto todo lo necesario para nuestra salvación, no podemos más que responder con gratitud. La fidelidad de Dios a su pacto nos asegura que, así como cumplió su promesa en Cristo, también cumplirá todas sus promesas a nosotros: nuestra perseverancia en la fe, nuestra santificación y, finalmente, nuestra glorificación junto a Él.

¿Qué hacemos hoy con estas verdades? Nos aferramos a la promesa. Vivimos como hijos de Abraham, herederos de la fe, sabiendo que somos parte de un plan eterno en el que Dios se glorifica al salvarnos. La promesa de Dios, entonces, no solo es un consuelo; es un llamado a vivir con confianza y obediencia, sabiendo que "fiel es el que prometió" (Heb. 10:23).

Citas Bíblicas:
Gn.12:1–3,7; GN. 22:1–18; Mt.1:1; Hch.3:24–26; Ro.4:3; Gá.3:16,19b; Heb.11:8–9, Heb.17–19

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo... La ley fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.


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martes, 12 de noviembre de 2024

La Caída de la raza Humana en el Pecado - John Macarthur

 


Parte I Anticipando al Señor Jesucristo

02.- La caída de la raza humana en el pecado

(Gn.3:1–12; Jn.8:44; 1Co.11:3b; 1Ti.2:14b; Stg.1:13–15; Ap.20:2b)

Hemos visto y entendido la importancia y la divinidad de Jesús, su eterna gloria y su infinita misericordia. Entendemos que Él es heredero de todo y que todo lo que existe fue hecho para Él. Pero, ¿no podrá también el hombre hacer algo para ganar la salvación? ¿Qué dice la Biblia acerca de la condición humana?

Desde los primeros capítulos de las Escrituras, vemos cómo la humanidad fue creada en un estado de comunión perfecta con Dios. Adán y Eva habitaban en un entorno de paz y abundancia, con acceso a la presencia misma de Dios en el huerto del Edén. Sin embargo, la tentación y el engaño cambiaron para siempre la historia humana. En Génesis 3:1-12, la serpiente, que era “astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho”, cuestiona la Palabra de Dios, incitando a Eva a dudar de la bondad y sabiduría divina. Con la promesa de “ser como Dios”, Eva tomó del fruto prohibido y también dio a Adán, quien comió. Al instante, se dieron cuenta de su desnudez y se escondieron, evidenciando el rompimiento de su relación con Dios y la entrada del pecado en el mundo.

En esta escena vemos que el pecado, en su esencia, consiste en la desobediencia a Dios y en el intento de usurpar su autoridad. Satanás, el engañador, conocido como “homicida desde el principio” y “padre de mentira” (Jn. 8:44), incitó a nuestros primeros padres a rechazar la dependencia de Dios, buscando una autonomía que nunca les fue dada. Como ser humano, reconozco que esta tendencia a buscar independencia de Dios, siguiendo nuestros propios deseos y opiniones, continúa en la humanidad hasta hoy.

Además, la Biblia confirma que el hombre no fue creado para actuar de manera autónoma. En 1 Corintios 11:3, Pablo explica que “Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer”, indicando un orden de autoridad que se originó desde la creación misma. La caída del hombre se inició con el desorden de este diseño divino, cuando Eva fue engañada y se desvió del liderazgo de su esposo (1 Ti. 2:14). La Escritura no exculpa a Adán, quien también incurrió en transgresión; sin embargo, enfatiza que el engaño inicial que llevó a la caída fue resultado de un desafío a la autoridad y sabiduría de Dios. Esta ruptura en el diseño de Dios trajo consigo no solo desobediencia, sino también confusión, sufrimiento y muerte.

La naturaleza pecaminosa de la humanidad, desde este punto, nos lleva a una inclinación inevitable hacia el mal. Santiago 1:13-15 explica que “cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. Esta concupiscencia o deseo desordenado concibe el pecado, el cual finalmente da a luz la muerte. La Biblia, entonces, revela que nuestra naturaleza caída nos impulsa hacia el pecado y que no podemos, por nosotros mismos, evitar esta inclinación. Como reformado, creo que esta realidad confirma la absoluta incapacidad del hombre para agradar a Dios o alcanzar la salvación mediante sus propios esfuerzos.

El diablo, quien “engaña al mundo entero” (Ap. 20:2), continúa activamente desviando a la humanidad de la verdad de Dios. La caída trajo no solo la corrupción de nuestro ser, sino también la inclinación constante hacia la mentira, la vanidad y el orgullo, y Satanás sigue aprovechando nuestra naturaleza pecaminosa para perpetuar esta separación de Dios. La doctrina reformada enseña que el hombre no solo está inclinado hacia el pecado, sino que está muerto en sus delitos y pecados, incapaz de hacer algo que le permita ganarse el favor de Dios por sus propias fuerzas. Reconozco entonces que es necesario entender esta condición caída para comprender también la necesidad absoluta de un Salvador.

Conclusión

La caída de la raza humana en el pecado revela la profundidad de nuestra necesidad de Dios y nuestra incapacidad de alcanzar la justicia divina por nuestros propios méritos. Adán y Eva, en su intento de actuar independientemente de Dios, nos dejaron una herencia de pecado, una naturaleza corrupta que nos inclina hacia el mal y que nos separa de la santidad de Dios. Esta comprensión de nuestra condición humana es esencial para comprender el mensaje del evangelio: que, al estar perdidos y espiritualmente muertos, la única esperanza para nosotros es la obra redentora de Jesucristo, quien restaura nuestra relación con Dios y nos da vida.

Llamado a la Acción

Ante esta verdad, nuestro llamado es a reconocer nuestra total dependencia de Cristo. Comprendiendo que no hay esfuerzo humano que pueda remediar nuestra naturaleza caída, somos exhortados a abandonar toda confianza en nosotros mismos y a poner nuestra fe y esperanza únicamente en Él. El arrepentimiento y la fe en Jesús nos llevan a una vida de obediencia y sumisión a la voluntad de Dios. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a apartarnos del pecado, a resistir las mentiras de Satanás, y a vivir bajo la autoridad de la Palabra de Dios, reflejando la nueva vida que nos ha sido dada en Cristo. En esta entrega, encontramos la paz y la redención que solo el Creador y Salvador puede ofrecer a su creación caída.


Les dejo el texto completo formado solo de los versiculos citados en el libro:

La serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" Y la mujer respondió a la serpiente: "Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis". Entonces la serpiente dijo a la mujer: "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal". Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: "¿Dónde estás tú?" Y él respondió: "Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí". Y Dios le dijo: "¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?" Y el hombre respondió: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí". Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Y dijo la mujer: "La serpiente me engañó, y comí" (Gn. 3:1-12). Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira (Jn. 8:44). Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer (1 Co. 11:3b). Pero la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión (1 Ti. 2:14b). Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Stg. 1:13-15). El diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero (Ap. 20:2b).



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sábado, 5 de octubre de 2024

Jesucristo, el Creador Preexistente y Salvador - John Macarthur


Parte I Anticipando al Señor Jesucristo

01.- Jesucristo, el Creador Preexistente y Salvador

(Gn.1:1; Jn.1:1–5a; 1Co.8:6; Ef.1:3–5; Col.1:15–18; Col.2:9; 2Ti.1:9; Tit.1:2; Heb.1:1b–3a.)

Jesucristo, como Creador preexistente y Salvador, es el centro y fundamento de nuestra fe cristiana. Desde el comienzo de las Escrituras, su eternidad, deidad y obra redentora son evidentes. En Génesis 1:1, "En el principio creó Dios los cielos y la tierra", vemos que Jesús, como el Verbo, estaba presente en el acto creador de Dios. Esta afirmación se amplía en Juan 1:1-5a, donde se revela que “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Aquí se confirma que Jesús no solo existía desde el principio, sino que era uno con Dios, y todas las cosas fueron creadas por Él. Esto establece la preexistencia y la plena deidad de Cristo, quien estaba antes de todo lo creado, y por medio de quien todo fue hecho.

Esta comprensión no se limita al hecho de que Cristo existía desde la eternidad, sino que Él es activamente el Creador. En 1 Corintios 8:6, Pablo enfatiza que “para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas… y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas”. En la obra de creación, Cristo es el medio a través del cual el Padre trae a la existencia todo lo que existe, subrayando que no es una creación de Dios, sino la misma fuente de toda creación. Como creyente, veo firmemente que esta unión del Padre y el Hijo en la obra de creación indica no solo su deidad compartida sino también la gloria eterna y la unidad del Hijo con el Padre.

La preexistencia de Cristo también se evidencia en su relación con nosotros, sus escogidos. En Efesios 1:3-5, Pablo expresa que Dios nos bendijo en Cristo “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo”. Aquí se manifiesta la obra de redención que precede incluso al mismo acto creador; desde antes de la creación del mundo, Dios ya nos había elegido en Cristo para la salvación. Cristo existía antes de que fuésemos creados y antes de que hubiese pecado en el mundo, demostrando su preeminencia en el plan eterno de redención.

La epístola a los Colosenses también resalta esta realidad. Colosenses 1:15-18 lo presenta como "la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación", recordándonos que Cristo es el perfecto reflejo de Dios y, en cuanto primogénito, es preeminente sobre toda la creación. Es decir, Él es anterior y superior a todo, ya que “por él fueron creadas todas las cosas… todo fue creado por medio de él y para él”. Es imposible pensar en una creación sin un Creador; aquí, en Cristo, encontramos el fundamento de todas las cosas, no solo en su existencia, sino también en su propósito: todo fue hecho para su gloria y honra.

Además, Colosenses 2:9 declara: "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". No solo existía antes de la creación y es su Creador, sino que en Él está toda la esencia de Dios, sin pérdida alguna de su deidad. Esto demuestra la naturaleza divina de Cristo en su totalidad, completa y perfecta, al encarnarse sin perder su esencia divina.

Esta verdad sobre Cristo se confirma en 2 Timoteo 1:9, donde se habla de la “gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. Aquí se revela la majestad del plan de Dios en la historia de la salvación: su obra redentora en Cristo fue establecida antes de que existiera el tiempo mismo. La vida eterna en Cristo, prometida desde la eternidad, es otro testimonio de su preexistencia y de su amor eterno por los elegidos (Tito 1:2).

Finalmente, en Hebreos 1:1-3, se resalta que Dios nos ha hablado "en estos postreros días… por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo". No solo es el agente creador, sino que el Hijo es quien sostiene “todas las cosas con la palabra de su poder”. Jesús es quien garantiza la continuidad de la creación y es el medio de comunicación supremo de Dios con nosotros. Así, no solo es nuestro Creador y Sustentador, sino también nuestro Salvador y Redentor, quien purificó nuestros pecados y está sentado a la diestra de la Majestad.

Conclusión

Al entender estos pasajes y su unidad en torno a la preexistencia de Cristo, se revela una verdad asombrosa y transformadora: Jesucristo, como eterno Hijo de Dios, es la fuente de toda creación, el centro de nuestra redención y la garantía de nuestra salvación eterna. Este entendimiento no solo confirma la absoluta soberanía de Dios en la creación y la salvación, sino que también eleva la adoración y obediencia que debemos rendir a Cristo. Él es digno de nuestra reverencia y amor, no solo por ser nuestro Salvador, sino también por ser el Dios eterno y preexistente, que sostiene todo con su poder y en quien reside toda la plenitud de la Deidad.

Llamado a la Acción

Ante esta revelación de Jesucristo como Creador preexistente y Salvador, somos llamados a vivir en una constante adoración y sumisión a Él. Reconociendo su supremacía en todas las cosas, debemos dedicar nuestras vidas a glorificarle en cada aspecto de nuestra existencia. Esto implica buscar una relación más profunda con Él a través de la oración, el estudio de las Escrituras y la comunión con otros creyentes. Además, como resultado de su obra redentora, estamos llamados a vivir de manera santa y sin mancha, reflejando su carácter en nuestras acciones diarias. Debemos también proclamar su verdad y amor a aquellos que aún no lo conocen, extendiendo el mensaje de salvación que nos ha sido dado gratuitamente en Cristo Jesús. Al hacerlo, honramos su sacrificio y participamos en su misión de redención, viviendo vidas que reflejen la grandeza y el poder de nuestro Creador y Salvador.


Les dejo el texto completo formado solo de los versiculos citados en el libro:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gn. 1:1). En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece (Jn. 1:1-5a). Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él (1 Co. 8:6). Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Ef. 1:3-5). Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten (Col. 1:15-18). Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos (2 Ti. 1:9). En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos (Tit. 1:2). Habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (Heb. 1:1b-3a).

martes, 1 de febrero de 2022

La Necesidad del Hombre de un Salvador - John Macarthur

Romanos 1:18-21 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. La ira de Dios no es como la ira del hombre, no es infundada o basada en sentimentalismos, no produce ni lleva a pecado, La ira de Dios no se aparta de sus demás atributos, no es que Dios en un momento es Dios de ira, y deja de ser Dios de amor o de misericordia, su ira es santa, es justa y perfecta. Esa ira refleja el castigo a la humanidad, castigo completamente merecido, pues el hombre no solo es impío e injusto, sino que ademas a negado a Dios, a pesar de toda la revelación natural que existe ante nuestros ojos y en nuestros corazones, el hombre constantemente niega a Dios, niega su existencia, y se hunde en su propio raciocinio. De manera que no tienen excusa, por lo que todos somos responsables, dice también en Salmos 7:11 Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días. Como Mencionaba anteriormente Dios es Justo y su ira no deja de estar sobre el impío cada día, verdaderamente necesitamos a un Salvador. También podemos ver esto en Romanos 3:10-18 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. 

Sin duda alguna no podemos negar lo que dice Isaías 53:6a  Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. y dice Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, Pero podría decir alguno yo soy tan malo, también he echo cosas buenas, ademas conozco personas que no son cristianas y son mas buenas que muchos cristianos, y quizás tengas razón pero ya lo decía también Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Pero ¿porque tiene que ser así', El Apóstol Pablo ya nos lo decía en su carta a los Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron, aunque Adán no fue sometido a una muerte inmediata por su pecado, pero por su pecado la muerte se convirtió en una realidad para el y para todos sus descendientes y que pasa con aquel que comete pecado según nos dice Ezequiel 18:20a pues el alma que pecare, ésa morirá, es lo justo en los términos divinos ya que nos dice Pablo en Romanos 6:23a que la paga del pecado es muerte, y nosotros según nos dice la palabra en Efesios 2:1-3 estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Muchas veces suele ocurrir que algunos hermanos piensan que Dios los llamo porque vio algo bueno en ellos, porque algo en su vida los hizo merecedores de alguna forma de la gracia de Dios, pero no es así, todos notros estábamos muertos en el pecado al igual que cualquiera que podamos ver sin Cristo, esto no debe servir como cable a tierra cuando nos queremos sentir mejores o mas santos que los demás, pues lo único diferente es la gracia de Dios. Entonces podemos ver porque necesitamos un Salvador, es importante ver y predicar que la humanidad esta en condenación, muchas veces el mensaje de Dios no es recibido por que el hombre no sabe o no acepta que esta condenado, no sabe para que o por que necesita un salvador, para eso no debemos olvidar lo que dice Romanos 5:18-19 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. El creyente esta vestido de la justicia de Cristo, la cual fue manifestada en su obediencia perfecta. Constituidos justos se refiere a la postura legal de una persona ante Dios, y no en un cambio en el carácter. Así que para resumir leamos 1 Corintios 15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Podría parecer negativo o injusto que por un hombre todos tuviéramos que pagar, pero va mas allá de eso, la realidad es que es así, (sino no moriríamos), pero lo maravilloso de esto es que por uno también tendremos la resurrección luego de la muerte de nuestras vidas de pecado. 


Ahora te invito a que lo leas en el siguiente resumen:


Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 

Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron, y el alma que pecare, ésa morirá, pues la paga del pecado es muerte y vosotros estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos, por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.


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miércoles, 5 de enero de 2022

La Maldición Sobre la Creación - John Macarthur

 



Hemos Visto Quién es Jesús, y su importancia sobre el destino de nuestras vidas, y hemos visto también como el hombre desechó la ley de Dios para ser guiados bajo su propia elección de lo bueno y lo malo. Hoy adentrándonos un poco más, daremos paso a lo que causó la desobediencia de Adán y Eva, ya que su falta no solo les afecto a ellos sino a todas las generaciones y a la tierra en su totalidad. Después de que Dios le hace entender al hombre y mujer su falta, y los encara y les pide explicación por lo acontecido, no le queda otra opción más que sentenciar dicho acto, pues él mismo dijo que si probaban ese fruto morirían.


Génesis 3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Recordamos que Adán le dice primero “la mujer que tú me diste me hizo pecar” pasando la culpa a Eva e indirectamente a Dios como muchos hombres hoy en la tierra culpan a Dios de todo lo malo que acontece. Pero Eva dice la serpiente me engañó y comí, pues también es muy fácil culpar al diablo por nuestros tropiezos, es que el diablo mete la cola, que el diablo aquí, que el diablo allá, a veces le damos tanto poder al diablo casi el mismo que a Dios, pensando que él es omnisciente, omnipresente y omnipotente. Sin duda es más fácil culpar a otros que meditar en nuestras vidas y reconocer que realmente la mayor de la culpa o tal vez toda la culpa es nuestra. Pero cuando logramos entender esto logramos llegar a asentar una muy buena base para la verdadera humildad. No quiero decir con esto que el diablo no busca formas de hacernos caer, estamos en constante lucha, pero hoy estamos del lado vencedor, por lo tanto eso debería contar para algo. ¿O no?

Pero no es que Dios dice a Adán y Eva, “que me importa a mí la serpiente son ustedes los que desobedecieron” al contrario de forma inmediata Dice en el versículo 14 Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. A pesar que toda la creación fue maldecida, la maldición de la serpiente fue muestra de lo más repugnante y bajo, que hasta hoy están marcadas y son evitadas. Pero esa es la marca sobre la serpiente que nosotros conocemos pues dice más adelante en el versículo 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Ahora pasamos de la serpiente física como un animal que se arrastra a la serpiente espiritual, pues tal vez la serpiente que fue maldita no fue el mismo diablo, pues toda bestia puesta sobre la tierra fue por orden de Dios, si no que el diablo usó esa forma y hoy es símbolo de lo que él representa. Pero ahora el Señor proclama sobre la serpiente que es diablo, el mentiroso y engañador.

Y dice que habrá enemistad entre la simiente del diablo y la simiente de la mujer, según Juan 8: 44 dice que el hombre natural, sin Dios es hijo del diablo y por eso los deseos del diablo predominan en él, y la simiente de la mujer sería Cristo y todos los que en han nacido como hijos de Dios. Y el diablo herirá a Cristo en  el calcañar, más conocida como el talón. Si bien Cristo tendría mucho sufrimiento, dolor y angustia en su caminar no se compara a que Dios dice que la simiente de la mujer herirá al diablo en la cabeza, si alguien es herido en el talón tal vez se le complique el caminar, pero aquel que es destruido desde su cabeza, queda completamente destruido. Vemos cómo en medio del mensaje de maldición alumbra el mensaje de esperanza, pero además como decía más arriba, nosotros también somos simiente a través del nuevo nacimiento, y somos participes en este aplastamiento del diablo, Pablo nos lo recuerda en Romanos 16:20 donde nos dice que Dios aplastará a Satanás bajo nuestros pies. Pero sin duda nada de esto es posible si sacamos a Jesús del contexto. Pues dice en 1 de Juan 3:8 B Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Este versículo comienza diciendo que el que practica el pecado e hijo del diablo, por lo que sería muy bueno tener un claro concepto de lo que significa pecado. ¿Qué es pecado?.

La terminología nos dice que proviene del hebreo jataah que quiere decir pecado o culpa, pero esta a su vez deriva de la raíz jatá que es errar, por lo tanto se utilizaba como referencia a perder el camino o no dar en el blanco y sin duda podemos buscar un sinfín de explicaciones de lo que es pecado pero nos centraremos en esos dos ejemplos, Cristo dijo que él es el camino, y la palabra nos dice en innumerables ocasiones de proseguir a la meta, los ojos puestos en cristo, no perdamos de vista nuestra salvación, entonces cualquier cosa que nos aleje de esto es pecado, podemos excusarnos todo lo que queramos, pero si nos aparta del camino que es Cristo, si nos lleva a poner nuestra mirada en otro que no sea Cristo estamos pecando. Por eso aun los más buenos hombres y mujeres que están en el mundo sin Cristo, son pecadores. Pero para esto apareció, Cristo, para libertarnos del pecado, de las obras del diablo, de lo que el diablo posee y maneja en este mundo, sus hijos los siguen pero aquellos llamados por Dios no se gozan en sus obras, pues ya en nuestras vidas Cristo las ha destruido. Y como es que todo esto iba a acontecer, pues nos dice en Gálatas 4:4 que cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Cuando vino el cumplimiento del tiempo… ¿Qué tiempo? Pues el tiempo de Dios, debemos tener en cuenta que Dios es soberano y eterno y el tiempo no existe para él, por eso dice Pedro que fuimos escogidos conforme a la presciencia de Dios, o sea conforme a su previo conocimiento, no significa que Dios simplemente conoce el futuro y sabe quién va ser salvo, significa que sabe a quién ha escogido y por qué lo ha escogido. (Esto lo veremos en próximos estudios). Pero sabemos que Dios tiene un tiempo, y cuando ese tiempo llegó Jesús vino al mundo, nacido de mujer, y nacido bajo la ley, si recordamos el primer capítulo Jesús es plenamente humano y plenamente Dios, y como todos los hombres Jesús tenía la obligación de cumplir la ley de Dios y mantuvo obediencia perfecta a Dios en todo, pues solo llevando el toda la ley podía redimirnos, la palabra redimir significa comprar viene del griego exagorazo y se usaba comúnmente cuando alguien compraba a un esclavo y lo dejaba en libertad, así pues solo siendo librados de la ley y por consiguiente de la condenación pudimos acercarnos para ser adoptados hijos de Dios. Pues según Romanos 8:2 la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Ahora volvemos a Génesis 3:16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Preñeces y dolor, es el constante recordatorio de que una mujer dio a luz al pecado en la raza humana y que lo transmite a todos sus hijos, por eso dice la palabra que puede encontrar gozo y consuelo educando hijos piadosos. Y además así también queda plasmado el señorío del hombre sobre la mujer, no debemos confundir y decir que Dios quiere que el hombre sea gobernador de la mujer, más bien demuestra el castigo para ella misma, y vemos como en los matrimonios o parejas ha surgido por los años, en fuertes discusiones de identidad matrimonial, por eso el único que puedo lograr traer la paz es Dios. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Al seguir el hombre los deseos de su mujer en vez de la voluntad de Dios también fue merecedor de castigo, pues así como la mujer no cumplió su rol de ayuda sino que quiso ser la guía, el hombre dejó su rol de guía y se dejó llevar para complacer a su mujer, ambos roles fueron invertidos. Dios también maldice el trabajo del hombre, aunque no niega su abundancia será con trabajo que esta le dará de comer por el resto de sus días. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.  Así pues será hasta el día en que mueras, pues del polvo fuiste tomado y ahí mismo donde un día empezaste terminas, y así dice en Romanos 8:20 que la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza y así dice también en Eclesiastés 1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. Vanidad se refiere a la incapacidad de alcanzar una meta o propósito, a causa del pecado del hombre Dios sometió a maldición el universo y ahora ninguna parte de la creación cumple a plenitud el propósito original de Dios. Romanos 8:22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Y así como la mujer fue sentenciada a dolores en su preñeces, así mismo la tierra sufre dolores de parto, hasta el día que los hijos de Dios estén listos a dejar este mundo, por eso debemos entender en verdad que este cuerpo no es nada, solo un envoltorio a algo mucho más grande, pero es difícil para el hombre entender pues dice en Salmos 144:4 Que el hombre es semejante a la vanidad; Sus días son como la sombra que pasa. El hombre no entiende que no es este cuerpo y esta vida la que debe atesorar pues dice Eclesiastés 3:20 Que todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. Y que será entonces cuando ese día llegue al fin, Salmo 90:10 Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos. Es pues simplemente esa la vida que Dios nos ha preparado, setenta años y luego la muerte, pues no, porque esos días pronto pasan y luego volamos a la presencia de nuestro señor y salvador. Lo que también nos confirma en Eclesiastés 12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio Jehová dio, Jehová quito.  

    Volvemos a Génesis 3:20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Las primeras muertes físicas debían ser las de Adán y Eva, ellos sabían que si comían el fruto debían morir, pero sin embargo fue un animal quien dio su vida para cubrir su desnudez, dando una sombra de lo que vendría un día cuando el mismo hijo de Dios diera su vida tomando el lugar de la humanidad, 22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23 Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. En semejanza de Dios, no en su santidad sino en conocimiento, tampoco en plenitud, más bien algo distorsionado, pues ahora habían despertado en el hombre todas las emociones y deseos, deseos que no pueden gobernar, ahora cuán grande sería el mal si además de quedar en condición caída y en pecado, además el hombre viviera para siempre en esa condición, sería sin duda algo horrible. Así que dice el versiculo 24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. Desde ese momento el lugar santísimo le quedó vedado al hombre, esto también quedó representado en el tabernáculo, pero esto solo permaneció así hasta que Cristo vino a romper toda maldición, y nos abrió las puertas al lugar santísimo de vuelta a casa, de vuelta a Dios. Así pues hoy entendemos que la creación esta maldita, toda la tierra en su plenitud, pero como somos ahora hijos de Dios, él nos ha puesto para bendiciones, por eso donde vamos y donde se posa la planta de nuestros pies es bendición en medio de un mundo bajo maldición.


Te invito a que leas el siguiente resumen:

    Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Que cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,  para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. La creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Que el hombre es semejante a la vanidad; Sus días son como la sombra que pasa. Que todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos. Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. 


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